miércoles, 10 de septiembre de 2008

CORTÁZAR : "El mito"




Pocas personas han sembrado en el imaginario social una imagen tan enaltecida y mítica, a la vez, como el gran escritor Julio Cortázar.
Siempre se ha destacado en Cortázar su pasión por la escritura y su intento de reestablecer la unidad Latinoamericana, que tanto lo preocupaba, como también su necesidad de resistir a la hegemonía imperialista norteamericana, actitud muy perceptible en sus últimos años de vida y labor literaria.
En cuanto a su discutido origen, sabemos a ciencia cierta que Julio Florencio Cortázar nació en Bruselas en 1914, fruto de la relación entre Julio José Cortázar Arias y María Herminia Descotte. Mucho se ha dicho del nacimiento “accidental” de Cortázar en Bélgica, pero se ha comprobado que sus padres residían allí hacía exactamente un año al momento de nacer Julio. Pese a este dato, Cortázar siempre se ha denominado “argentino”, y por sobre todo latinoamericano.
En cuanto al oficio de su padre, del cual Cortázar tenía muy pocos recuerdos al ser éste un padre abandónico, se sabe que nada tenía que ver con la diplomacia, aunque infinidades de veces se ha asegurado esta errónea afirmación en diferentes biografías y notas sobre el autor.
Otra característica peculiar que hace de Cortázar un personaje mítico es el supuesto acento francés que el creador del inmortal Oliveira poseía. Aparentemente, el hecho de arrastrar las erres al hablar era un legado del idioma materno francés, aunque el mismo Cortázar en varias ocasiones había asumido que probablemente se trataba de un problema fonético.
Por otra parte, un rasgo que también colabora en la construcción imaginaria, social y mítica de Julio Cortázar, es su imagen atemporal, casi indefinible en cuanto a su edad cronológica. Es muy conocida la anécdota en que Carlos Fuentes confundió a Cortázar con “el hijo de Cortázar”, ya que cuando lo vio por primera vez pensó que era demasiado joven para ser él.
A pesar de todas aquellas anécdotas que crean un halo de misterio alrededor del escritor, lo que perdura en sus lectores es su Literatura e interés por el lector, la complicidad a la que nos invita en sus cuentos y novelas, como también su compromiso con el movimiento social que muchos escritores le han recriminado pero que mantuvo hasta el último de sus días, antes de morir en París.
Lejos del recuerdo de su cuestionada barba o de su intenso amor por el jazz, lo que permanecerá en la historia es su originalidad al escribir una novela como Rayuela, otorgándole así a la Literatura una nueva forma de leer novela, invitando a que el lector sea cómplice (“lector hembra”, como lo llamaba) e inaugurando un inaudito sentido a la escritura en narrativa.
Para cerrar esta nota transcribo un poema de “Cocó” (así llamaban a Cortázar de niño), ya que no es muy conocida o recordada su tarea de poeta, debido a que él mismo profesaba que sus poemas eran muy “íntimos”. Debido a esto me pareció muy interesante reproducir aquí una de sus creaciones poéticas ya que considero que deja translucir mucho de la esencia y personalidad fascinante de Cortázar, el mítico y eterno Cronopio que siempre estará aguardando en sus libros nuestro guiño de ojo, nuestra eterna complicidad que es, sin duda, suya por siempre.








Qué vanidad imaginar que puedo darte todo, el amor y la dicha, itinerarios, música, juguetes. Es cierto que es así: todo lo mío te lo doy, es cierto,pero todo lo mío no te basta como a mí no me basta que me des todo lo tuyo.Por eso no seremos nunca la pareja perfecta, la tarjeta postal,si no somos capaces de aceptar que sólo en la aritmética el dos nace del uno más el uno.
Por ahí un papelito que solamente dice: Siempre fuiste mi espejo, quiero decir que para verme tenía que mirarte. Y este fragmento: La lenta máquina del desamor los engranajes del reflujo los cuerpos que abandonan las almohadas las sábanas los besos y de pie ante el espejo interrogándose cada uno a sí mismo ya no mirándose entre ellos ya no desnudos para el otro ya no te amo,mi amor.

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