Un adelanto de CALEIDOSCOPIO, mi primera novela

DESPUÉS DE HABER CONTEMPLADO POR EL CALEIDOSCOPIO Y VER LAS MIL Y UNA CARAS QUE ROCÍO PODÍA TENER, bajé la mirada y comprendí que tal vez no estaba equivocado, que seguramente todas las dudas que se habían ido generando a lo largo de estos diez años no eran “engañosas sospechas”, como suelen llamarlas aquí, sino probables pistas de la hipótesis que sostengo a pesar de que muchos me quieran hacer desistir de ella.
Aún siento su presencia aunque, paradójicamente, he vivido más su ausencia. He soportado los desdenes del encantamiento de su personalidad ecléctica pagando muy caro las “causalidades” que llevaron a nuestro fatídico pero inevitable encuentro. Porque como dicen los islámicos, “todo estaba escrito” y nadie podía prever los efectos de aquel encuentro, hace ya diez años, con la mujer que condensó en su figura (que nunca era una sola), las mayores alegrías y calamidades que acontecieron en mi vida. Todos esos momentos y todas las personas que participaron en ellos se presentaban en esa mujer, y sólo bastaba con girar el caleidoscopio para volver a vivirlas, pero ya no en un tiempo lejano sino en el actual, con otras caras y otros nombres, distintos a los del pasado. Y siempre aparecía el rostro de ella, siempre Rocío, pero a la vez nunca ella misma, sino todos aquellos pedacitos que la iban armando y desarmando para otra vez volverla armar.